Evaluación, diagnóstico, tratamiento y servicios de apoyo para personas con discapacidad intelectual y problemas de conducta
Los problemas de conducta dificultan en la interacción entre la persona y su entorno, influyen en su calidad de vida y pueden derivar incluso en la aparición de enfermedades mentales. En el caso de las personas con discapacidad intelectual, la atención de estos problemas graves del comportamiento constituye un tema especialmente complejo, tanto por los obstáculos añadidos a los que se enfrentan en el acceso a los servicios de salud mental, como por la propia diversidad de interpretaciones profesionales que, en ocasiones, resultan incluso antagonistas.
Este documento, segundo de una serie de directrices prácticas elaboradas por la Asociación Europea para la Salud Mental en Discapacidad Intelectual, pretende contribuir a resolver estas divergencias recopilando, desde una perspectiva integradora, las aportaciones de renombrados expertos internacionales de Europa, Canadá y Estados Unidos.
Algunas de las características más importantes que definen este documento son la posición central que tienen la discapacidad, la consideración del entorno de la persona, la combinación de aspectos teóricos y prácticos y las recomendaciones dirigidas al sistema organizativo.
En esta línea, las directrices persiguen cuatro objetivos principales:
- - proporcionar un marco conceptual unificado sobre el fenómeno del problema de conducta en personas con discapacidad intelectual;
- - extender el consenso entre profesionales y la cooperación a nivel internacional en el desarrollo de los servicios de atención para este colectivo;
- - fomentar, a nivel europeo, la puesta en marcha de políticas nacionales para una adecuada organización de los servicios de salud mental especializados;
- - proporcionar ejemplos de buenas prácticas.
Las Directrices, editadas en España por la Federación de Síndrome de Down, aspiran a convertirse en un documento de referencia en torno a la evaluación, diagnóstico y tratamiento de los problemas de conducta en personas con discapacidad intelectual, así como en relación a los aspectos organizativos del sistema de salud en respuesta a las necesidades específicas de este colectivo.
El punto fuerte de este documento es su enfoque biológico, psicológico, social y del desarrollo que permite abrir la perspectiva y no limitarse a considerar determinados trastornos de conducta únicamente como características propias de la persona.
De esta manera, se amplían las posibilidades estratégicas de intervención, ya que pueden realizarse cambios concretos en situaciones del entorno. Esta estrategia respeta los derechos humanos y los esfuerzos actuales por conseguir la inclusión y la participación social de este colectivo según palabras de Michael Seidel Ex-presidente de la Asociación Europea para la Salud Mental en la Discapacidad Intelectual.